Hay coches que no pasan de moda, y de eso, Ford sabe mucho. Una muestra de ello es el Ford Thunderbird del 56, un coche que verdaderamente marcó una época, y que todavía hoy es un automóvil muy codiciado por los amantes de los coches clásicos.
Ford Thunderbird del 56, la historia de la superación
Como siempre ha hecho Ford, el Thunderbird nace de la necesidad de superar a sus competidores. Con este coche, la marca norteamericana pretendía dar una respuesta a uno de los coches más populares y famosos de su tiempo, el Corvette de 1953, de la marca también norteamericana Chevrolet. Para ello, hubo un gran debate interno entre los diseñadores que buscaban crear un automóvil de pequeño tamaño pero con aspecto de lujo y los ingenieros de Ford, que preferían que se tratase de un automóvil deportivo a la antigua usanza.
Al final, fue posible llegar a un consenso, y ambas concepciones para un mismo automóvil que pretendía ser un coche revolucionario se aunaron en el Ford Thunderbird de 1956, que se convirtió en un “coche deportivo de lujo estadounidense”. Es un coche que estaba hecho por completo de acero, con asientos de una sola pieza y con aspecto deportivo.
Cada uno de ellos tenía 1,32 metros de alto aproximadamente, y entre sus ejes había una distancia de poco más 2,5 metros. Además, el Ford Thundirbird del 56 estaba equipado con un techo abatible y extraíble para el verano y un techo rígido para el invierno. Su nombre viene de una criatura de leyenda norteamericana que con su aparición provocaba truenos y relámpagos, y que simbolizaba la prosperidad, el poder y la velocidad.
La idea inicial era llamar al Thunderbird Fairlane, pero se pusieron otras opciones sobre la mesa. Aunque Lewis D. Crusoe propuso llamarlo Saville, prefirió que fuesen los trabajadores los que eligiesen el nombre en un concurso. El ganador, además de elegir el nombre del nuevo modelo, ganaría 250 dólares. Alden “Gib” Giberson, un diseñador fue quien propuso el nombre de “Thunderbird”.
La primera generación del Thunderbird: los Little Birds
Se produjeron varias generaciones del Ford Thunderbird, llegando la primera generación hasta el año 1957. A estos primeros coches se les llamaba popularmente los Little Birds.
El primer Thunderbird fue presentado en el Salón del Automóvil de Detroit en febrero del 54, poniéndose a la venta el 22 de octubre de 1954 publicitándose como un modelo de 1955. Durante sus primeros 10 días, recibió 3.500 pre-compras. Ford tenía prevista la fabricación de 10.000 unidades, pero en 1955 se vendieron 16.155. El Thunderbird estaba equipado con un techo extraíble de fibra de vidrio, algo revolucionario para la época. También se puso a la venta un modelo convertible, descapotable. Contaba con un motor V8 Y-block de Mercury de 4,8 L, 198 caballos en la versión automática y 193 caballos para la versión manual.
En el año 1956 se realizaron modificaciones mínimas. El emblema sobre la parrilla se cambió de un par de banderas a cuadros cruzados por un símbolo estilizado del Thunderbird estadounidense. El área de los faros añadió un armazón. La insignia V-8 con el “8” dentro de la “V” apareció constantemente en la publicidad de 1955, pero el motor oficialmente era publicitado como “Y-Block V-8″. En 1956, Ford tenía los derechos de la nomenclatura “Y-8”. Por eso se eliminó la insignia V8.
En los laterales del T-Bird se añadió una trampilla de ventilación para reducir el calor en el interior del coche. Con el mismo objetivo se añadieron aletas de ventilación laterales en el marco del parabrisas. El cambio más visible fue el kit de llanta continental que se añadió detrás y que era un accesorio. El maletero también se hizo mayor.
Igualmente, se mejoró la ventilación. Y para una mejor visión posterior en la versión de techo extraíble se colocaron unas pequeñas ventanas en los laterales. Un motor V8 Y-block de 5,1 L (312 in³) se deja como opción única al final de 1956.
Detrás de este gran coche, icono de la industria automovilística norteamericana, vinieron otros que lo tomaron como referente. Pero, sin lugar a dudas, el Thunderbird siempre será uno de los clásicos que tanto nos gustan en Hiperauto.